Y tú … ¿en qué trabajas? suelen preguntar algunas personas cuando te necesitamos.

Hace algunos años, la respuesta era sencilla: Soy profesora de arte en un colegio.

A esta respuesta usualmente venían los elogios, acerca de lo lindo que es el arte y la importancia de este, o se suscitó un montón de preguntas acerca de los niños, su comportamiento y crianza.

Hasta aquí, todo parecía ser parte de una rutina con la que sabía lidiar y para mi tranquilidad tenía un trabajo maravilloso con el que yo tenía bien y además sabía que era un final de mes el pago acordado en mi cuenta bancaria.

Pero esta historia no es de mi vida pasada, sino de mi presente.

A mis 35 años me encontré con una realidad: aunque sabía que mi trabajo era maravilloso, sabía que era muy bueno y había trabajado en unos de los mejores colegios de mi ciudad, que sabía por el momento no era mi lugar.

Fue difícil de aceptar, porque de arrepentirse todas esas conversaciones con extraños que ya tenía dominadas, todos los reconocimientos y falsas certezas de empleo y mi cuenta a fin de mes comenzaban a parecer cada vez más lejanos. Yo sabía que tenía que cambiar algo radicalmente, pero tenía miedo.

¡Aceptémoslo! No es fácil saltar al vacío y dejar atrás todo lo que conoce y ha definido por tanto tiempo.

Dentro de mi cabeza rondaba un proyecto nuevo. Un legado familiar que había perdido truncado.

Este proyecto se incluye de un suplemento dietario, un tema completamente lejano a mi carrera y mi zona de experticia.

¿Yo? .. Si no soy médica o química. ¿Yo? … si no tengo experiencia con las entidades regulatorias ¿Yo? .. si nunca emprendí. Y así mil preguntas que no me dejaban seguir adelante.

Hasta que un día me enfrente a mí misma y me llené de fuerza: Yo, que soy valiente, Yo, que soy terca y perseverante, Yo, que tengo muchas ganas de continuar este legado y empezar de cero, Yo, que quiero ser dueña de mi tiempo y mi propósito de vida.

Ese día entendí que cuando uno tiene muchas ganas de hacer algo, debe hacerlo.

Parece una tontería, pero entiendo que el entusiasmo y la motivación son el motor que te impulsa aun cuando las cosas no salen como esperas. Motivación = Motor

Soltar los miedos no ha sido fácil y estar viviendo mi sueño de crear mi propia empresa es un camino que construyo día a día, pero después de tres años de estar grabando este camino me gustaría compartirte estas reflexiones:

• Busca qué te motiva hacer lo que estás haciendo, si sientes alegría al pensarlo, estás en un buen lugar.
• Convéncete de tu idea, cree en ti y proyéctalo a los demás.
• No tengas miedo de buscar ayuda: Al principio necesité de mucha asesoría de personas del medio. Para los temas regulatorios, por ejemplo, busqué ayuda profesional y sin pena admitir que no sabía al respecto.
• Creo que ser sencillo y honesto abre las puertas del conocimiento y la ayuda para simpatizar con personas con más experiencia que pueden ayudar de manera desinteresada.
• No tengas miedo de buscar a los grandes de tu industria y acercarte de manera honesta y alegre, seguro que recordarán cuando estaban empezando y te darán una mano.
• Tendemos a pensar que hacer una llamada en frío o escribir un correo pidiendo una cita con alguien que no conocemos y parece inalcanzable y es difícil, pero te sorprenderás del efectivo que puede resultar.

Después de año y medio en donde tenemos nuestros productos en el mercado con todas sus normativas en regla, hemos recibido muy buena aceptación de los clientes y médicos y soy dueña de mis propios sueños, proyectos y crecimiento profesional, te animo a que si tienes una idea, un sueño o un legado que quieras seguir te llenes de felicidad pues has encontrado una motivación y esto es muy valioso.

Si tienes casi cuarenta años como yo, y te da miedo cambiar tu realidad, comienza con un trabajo de medio tiempo que te de la seguridad económica y trabaja muy duro en tu emprendimiento el tiempo restante. En mi caso eso funcionó.

Cuando llegue el momento de soltar tu antiguo trabajo te darás cuenta que valió la pena.

Esto te puede ayudar sobre todo si tu emprendimiento no tiene nada que ver con tu experiencia previa, de esta manera no dejas un bache muy grande en tu plan de estudios si quieres volver a tu ocupación de siempre o si decide no continuar con tu emprendimiento.

Hoy sé manejar mi propio tiempo, no necesito aprobación de jefes o pares para desarrollar ideas, me fijo mi propio sueldo y sobretodo despierto cada día con energía y ganas de trabajo. ¡Ha valido la pena!

Ahora cada vez que me preguntas ¿en qué trabajas? sonrio y cuento con orgullo que dirijo un laboratorio de suplementos dietarios y les hablo con felicidad y orgullo de nuestro producto y el camino recorrido. Esto ha tenido un gran impacto en las relaciones profesionales que él estableció.

Por: Sibila Mejia. (Colombia)

Página web de su empresa: www.uprone.com

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