Mamá necesita tiempo

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Primero creo que es importante comenzar diciendo que cuando se opta por la maternidad, de antemano sabes que vas a renunciar a muchas cosas, entre ellas: el tiempo personal, pero no hay nada más importante que los hijos, que son lo mejor del mundo.

La mujer no desaparece porque nacen los hijos, pero parecemos olvidarnos de eso y sólo nos enfocamos en el hecho de ser madre, olvidamos que somos seres humanos, no  robots cuya jornada comienza desde que abres los ojos y termina hasta que cae la noche; que ni siquiera nos podemos dar  el lujo de enfermarnos porque nuestra vida y rutina siguen exactamente igual a la diaria; situaciones que aceptamos y adoptamos con sentido de responsabilidad; sin embargo, a veces necesitamos un tiempo personal para sentirnos mejor, desestresarnos, descansar o simplemente para hacer algo que nos haga felices.

Y es aquí donde entran dos interrogantes ¿Querer tiempo y espacio para mí me hacen ser egoísta? ¿Me hacen ser mala madre o esposa?

Para dar respuesta a la primera interrogante primero debemos estar conscientes que una persona necesita estar bien consigo misma para poder ver por los demás, para ser feliz.  Para que nuestra familia o nuestros hijos estén bien, nosotras debemos estar bien.  Cada una desde su interior sabe cuándo las situaciones del día a día nos comienzan a sobrepasar y es necesario tomarse una pequeña pausa y darse un respiro.  Será eso egoísmo? NO, es amor propio!

Respecto a la segunda interrogante, hay que decir que las mujeres desde pequeñas crecemos con la idea que para ser una buena madre y esposa debemos llevar una vida de abnegación; que ya habrá tiempo para retomar a la mujer y nuestros propios deseos cuando nuestros hijos sean mayores; y precisamente por el inmenso amor que les tenemos, les dedicamos todo nuestro tiempo y nuestro ser de manera desmedida, sin límites; el problema viene cuando anteponemos las necesidades de los demás a las propias.

Es muy común que el hecho de querer un tiempo para nosotras mismas o en soledad nos provoque un sentimiento de culpa y acudimos a la opinión de otras mujeres en busca de consuelo y sentirnos identificadas; sin embargo, a veces resulta contraproducente porque nuestro propio género es quien más duro nos juzga.

Cuando eres madre trabajadora y externas la necesidad de querer este tiempo personal no falta el comentario inoportuno “si de por sí ya le dedicas poco tiempo a tus hijos, cómo pretendes quitarles parte del tiempo que te queda libre por hacer algo para tí”. Si eres madre 24/7 y quieres este tiempo personal entonces te toca el “todavía que no trabaja y no hace nada, quiere aún más tiempo para ella; ¡pero si tiene todo el tiempo del mundo!”.

En ambas situaciones, en nuestro interior, nos sentimos culpables por querer algo que sólo sea de y para nosotras, una pausa.

Es una realidad que quienes somos madres vivimos con la incertidumbre diaria sobre si estamos haciendo bien nuestra labor, si estamos educando bien a nuestros hijos y  les estamos dedicando el tiempo suficiente.  Si a eso le agregas ese sentimiento de culpa, resulta aún más común cuestionarnos como madres; sentimos que estamos siendo egoístas, que estamos  pecando en contra de la idealización de la maternidad y, peor aún, que estamos caminando muy cerca del abismo de la irresponsabilidad.

Entonces, ¿querer un tiempo personal, me hacer ser una mala madre?

NO. Todos, seas hombre o mujer, a lo largo de nuestra vida necesitamos un tiempo personal

Como madre, el querer un tiempo propio no siempre es por cansancio, muchas veces es por salud mental y estabilidad emocional.  No hay que negarnos la oportunidad de disfrutarnos como mujeres. Poner de vez en cuando nuestras necesidades  delante de las de nuestros hijos no nos harán una mala madre; por el contrario, puedes brindarles el beneficio de tener una madre feliz y más relajada.

Sabemos que tener la necesidad de un tiempo personal libre de preocupaciones no solamente requiere la acción de desearlo para obtenerlo; cuando se es madre también se requiere organización y logística, si hay una frase que las madres valoramos como oro es  “yo me quedo con los niños”.

Y precisamente, debido a todo lo que demanda ser madre y lo que implica tomarse una pausa, es importante comunicarnos con nuestra pareja sobre nuestras necesidades y buscar su apoyo, no sólo que te escuchen, sino que intervengan activamente en este fin. 

En nuestro hogar  debemos fomentar que nuestros hijos vayan creciendo en una cultura de respeto y egoísmo sano por el tiempo personal de cada integrante de la familia; en este caso particular, por el de la madre; que entiendan que también su mamá tiene derecho a su espacio, a descansar, a recrearse; así en el futuro evitaríamos que las mujeres, sobre todo nuestras hijas (futuras madres), sufran de esta presión social y sean  juzgadas o vivan con un sentimiento de culpa por querer un tiempo personal; que su maternidad esté libre de frustraciones.

Lidear con el sentimiento de culpa que te provoca ser “egoísta” y con el sentimiento de irresponsabilidad por querer “dejar todo tirado” (aunque sea de vez en cuando y a cargo de otra persona), no es fácil; sin embargo, aquí hay unos tips:

  1. Tratar de poner límites.  Es curioso que como madre podamos poner límites a nuestros hijos en muchos aspectos, como la hora de dormir por ejemplo, pero cuando se trata de nuestro tiempo personal no nos esforcemos en implementarlos.  Hay que irlos fomentando hasta que se hagan un hábito.
  2. Priorizar tus necesidades.  Si ya definiste cuándo tendrás tu tiempo personal y sale algún imprevisto ajústate a lo planeado, agota todos los recursos antes de modifícalo por ser estrictamente necesario.
  3. Se fiel a lo que quieres. El tiempo hay que invertirlo en lo que a ti te haga feliz; no importa si está destinado a  tu cuidado personal, cuestiones académicas, placer, etc, solo tú sabes lo que necesitas, lo que resetea tu estrés. No permitas que otras personas cataloguen tu tiempo como bien o mal aprovechado, es tú decisión en qué quieres  utilizarlo.

Aprendamos a disfrutar nuestro propio tiempo sin culpas

Desde la trinchera de un hogar…

Cindy Rigada Aguilar

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