Cooperación Sororal

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Hoy quiero agradecer a las fundadoras de More Latinoamérica Claudia y Raysa por su invitación a este evento tan importante y significativo, como lo es el “Reconocimiento Internacional More Mujer del año 2023”, en cada una de sus categorías: activismo, educación, emprendimiento, tecnología y colaboradora More.

El reconocimiento que hoy nos une, tiene un componente cooperativo fuerte, pues a la hora de cooperar nos unimos en un conjunto con una u otras personas para la consecución de un fin común. La cooperación como herramienta humana permite la interacción y la co-construcción colectiva, esa que desde More Latinoamérica hoy se quiere enaltecer para mujeres como Sonia, Alcira, Stephanie, Lola y Mily. Pues cada una de ellas desde sus trabajos y compromisos sociales, nos dan grandes enseñanzas de la importancia de aprender a cooperar para generar espacios de interacción social y relacionamiento entre individuos. Por ende, es ir más allá de la colaboración; el poder de cooperar brinda autonomía, empatía y habilidades de organizar los procesos por medio de los talentos que cada persona tiene.

La oferta de programas educativos de More Latinoamérica se basa en la identificación de las necesidades educativas de nuestra región y en especial de las Mujeres Latinas. El trabajo colectivo permite acceder al conocimiento y aplicarlo en la sociedad actual, donde cada vez se hace más indispensable contar con ciudadanos capaces de transformar sus sociedades.

Es así, como poco a poco fui armando un pequeño escrito para compartir con ustedes el día de hoy.  Además, que nos permita desdibujar esas frases que oímos constantemente sobre cómo son las relaciones entre mujeres, pues creo que muchas de nosotras las hemos oído. De mi parte, no me siento identificada con ellas, pues creo firmemente que las relaciones entre mujeres se basan en el reconocimiento de la otredad.

El tema para conversar está noche se centra en la cooperación sororal. En primer lugar, la cooperación como reto social que se basa en la solidaridad, la diferencia, la inclusión, la heterogeneidad, la responsabilidad individual y colectiva, con el fin de lograr un objetivo común. En segundo lugar, lo sororal lo relativo a la hermandad o la sororidad que es la amistad, afecto y solidaridad entre mujeres.

Hablaba con una gran amiga del alma, escritora y paisana, sobre la charla de hoy y ella me dijó: “a mi me gusta más el término cooperar que colaborar y que empoderar”, según ella “el segundo está a su parecer muy manoseado, mientras que la cooperación palabra que siempre ha estado ahí y es casi huérfana porque fue el inicio del modelo social -todos cooperamos en pro de todos-”. Continuando la charla con mi amiga me dice: “Hoy vemos que se tiende a retomar prácticas ancestrales por ejemplo en la agricultura limpia y el cuidado por la pacha mamá que es nuestra última y única salvación…” Por su parte, dice ella muy alegre y conmovida, “la Sororidad aparece como término medianamente moderno, pero su práctica es ancestral, se perdió en el camino, por la competitividad que nos exigen los modelos económicos y cánones de belleza, pero éramos las mujeres quienes organizamos actividades comunes y sobre todo la economía; íbamos todas a donde fuera menester, las necesidades y logros del colectivo eran de todas…”

            Esa charla me dejó varias indagaciones, sobre a quién le compete enseñar la cooperación, cuál es el mejor lugar para hacerlo.

Es claro, que hay culturas que permiten la cooperación y el compartir con otros como parte del desarrollo; sin embargo, hay otras culturas que se basan en la competencia para el desarrollo de los individuos. En este orden de ideas, según Germán Vargas y Sonia Gamboa, presentan un desplazamiento de las competencias hacia la cooperación; establecen que la cooperación «es [una] auténtica responsabilidad por el sentido del otro y de sí mismo»”. No se podría cooperar sin reconocer nuestra individuación y la intersubjetividad. En otras palabras, es la necesidad de relacionarnos con otros lo que nos aporta en nuestro proceso individual.

Otros aspectos que hay que tener en cuenta para hablar de cooperación son: la cultural, este es un tema que no puede estar desligado de cualquier actividad humana; lo sociodemográfico, en este punto toman relevancia por la heterogeneidad de los grupos, en dos sentidos, una la perspectiva generacional y su relevancia y dos las diferencias entre países, aún sí estamos hablando de una región cómo lo es América Latina.

La cooperación se basa en la construcción colectiva, es un sentido de libertad y es social, se construye a partir de los esfuerzos colectivos para comprender y resolver problemas; es en este contexto que los miembros del grupo intercambian información y comprensiones individuales de la realidad. Según Pere Pujolàs  “la cooperación añade a la colaboración un plus de solidaridad, de ayuda mutua y de generosidad”.

Los principales componentes para que haya cooperación son: gestión del tiempo, uso de herramientas comunicativas, proceso de regulación socialmente compartida y  fortalecimiento de las habilidades sociales. Es así, que cuando nos unimos para que el esfuerzo se convierta en energía organizada desde el poder y el talento personal de cada persona, esto nos permite obtener el poder grupal para la transformación social. En sí, es necesario pensarnos como seres autónomos, pero ante todo preguntarnos a diario cómo cultivamos nuestra mente, pues esta es la esencia de nuestras vidas y nuestras acciones. En palabras de Paulo Freire “no enseñas lo que sabes, enseñas lo que eres”.

Otro concepto que parece estar menospreciado es la “felicidad”. Citando a  Aristóteles plantea que la felicidad constituye el “bien supremo”, se da a través de las virtudes de esos hábitos del carácter, con los que los seres humanos logran su finalidad, aquello que hace que su vida valga la pena y que se fundamenta en aquello que desea y va deseando ser, su autenticidad y su autoposesión.

Dentro de estás reflexiones de cómo nos vemos como personas, como individuos y como mujeres,  y  además cómo somos en comunidad, también es necesario autoreflexionar que estamos dando en nuestros trabajos o nuestra labor diaria, pues muchas veces no se hace con amor, debido a que no estamos haciendo aquello para lo que en verdad estamos dotadas y amemos hacer. Pues cuando nuestra labor se basa en dar amor, en el colectivo podemos trabajar de manera coordinada y generamos poder social. Según Silvia Martínez “una persona trabaja más por la consecución de un ideal que por dinero”.

Para hablar de nuestra esencia femenina hay un tema que nos cuesta trabajar por los estándares sociales, es nuestra autoestima, aceptarnos, reconocernos, vernos, respetarnos,  tener autoconocimiento y autonomía. Sin embargo, cuando llegan los círculos de mujeres que son también ancestrales y hallas otras mujeres en tu camino que están igual que tu buscando su esencia, encontramos la afirmación, la hermandad, nuestro autoliderazgo íntimo y creativo, nos dignificamos y nos acompañamos.  Según  Marcela Lagarde “una experiencia ética de fidelidad a una misma: es una experiencia que fluye y se transforma en permanencia”.

A veces es necesario caminar en sociedad para darse cuenta lo lindo que es poder tener una asociación con ética y solidaridad, donde además, hay acompañamiento intergeneracional y relacionamiento entre mujeres con sentido comunitario afectivo y efectivo.

Para finalizar y manera de conclusión, las palabras de hoy más que tema académico o demasiado formal, es una invitación a la auto reflexión. 

Como comunidad latinoamericana ¿cuál es nuestro compromiso social, emocional y ético?,  ¿Cuál es nuestro alcance funcional dentro de la organización como lo es More Latinoamérica?, ¿cómo impactamos directamente con nuestro quehacer las estructuras organizacionales donde actuamos, laboramos y compartimos?, ¿cómo promovemos desde nuestro día a día nuestra autonomía y poder personal, nuestros trabajos son significativos y cooperativos?,  ¿cómo promovemos un clima social de convivencia positiva?

La cooperación nos permite la interacción social y la potencialización del poder  grupal, con base en que los integrantes de un grupo respeten las diferencias y sean solidarios con sus pares; por tanto, el compromiso es colectivo. Además, se hacen necesarias las habilidades sociales para conocer a cada una de las partes, construir juntos desde el amor por lo que hacemos y la hermandad.

Maria Carolina Moreno-Salamanca. Doctor en Educación. Profesor titular – ocasional, Facultad de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, Universidad Militar Nueva Granada, Colombia.

MORE Latinoamérica (Mindfulness, Oportunidades, Resiliencia y Equidad). Es un proyecto no lucrativo que involucra a hombres y mujeres  comprometidos con la capacitación y desarrollo de la mujer. Te invitamos a que nos sigas a través de nuestro grupo de facebook: https://www.facebook.com/groups/2381345738608995/

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