Todos buscamos ser amados en algún punto de la vida, sin embargo las relaciones caen en la rutina, en conflictos y hasta en sufrimiento. Se esfuma de tal forma que no nos damos cuenta. Hasta encontrarnos solos en la inmensidad de una habitación recostados junto a un cuerpo que se sabe que vive, por el solo hecho de respirar; más no por el palpitar del corazón.
Muchos afirman que el amor es algo que no puede buscarse, sino que termina por aparecer en nuestra vida. Sin embargo, es tal la necesidad de compartir nuestra existencia con alguien que en los últimos años están proliferando las relaciones vacías sin la capacidad de conocerse y relacionarse como tal, lo que es la falta de tiempo y dedicación para crear nuevas relaciones afectivas, nos enfocamos en tener a alguien a nuestro lado que dejamos pasar lo que realmente fortalece esos lazos.
El amor es una palabra muy maltratada por la sociedad. Tanto es así, que en un primer momento suele confundirse con el enamoramiento. En opinión del psicólogo clínico Walter Riso, experto en relaciones de pareja, “el enamoramiento es un estado de atracción y pasión que suele durar entre seis meses y dos años, estrechamente relacionado con nuestra necesidad biológica de procreación”. Dicho de otra manera: es la trampa en la que caemos cuando vivimos condicionados por nuestro instinto de supervivencia, que entre otras cuestiones nos impulsa a garantizar la continuidad de nuestra especie.
Durante este periodo, “nos obsesionamos con la persona amada, queriendo estar a su lado todo el tiempo y a cualquier precio. Es como un hechizo fisiológico que nos nubla la razón, volviéndonos adictos al objeto de nuestro deseo”. A nivel psicológico, “el enamoramiento nos lleva a distorsionar la realidad, proyectando una imagen idealizada sobre nuestra pareja”. Y ahí es donde comienza el rol de resistencia, estamos tan cegados por el resplandor de lo que estamos sintiendo que no dejamos ver realmente a nuestra pareja en su máximo esplendor.
Y en base a esta visión deformada, “muchas personas se comprometen, se casan o toman otro tipo de importantes decisiones que son determinantes para su futuro afectivo”, sostiene Riso, autor de ¿Amar o depender? Una vez se desvanecen los efectos del enamoramiento, los amantes empiezan a verse tal y como realmente son. “y es entonces cuando comienza la verdadera relación de pareja, pudiendo cultivar un amor sano, nutritivo y duradero”, señala este experto. En este punto del camino es donde se pone de manifiesto el auténtico compromiso de la pareja.
Hace algunos años esto me sucedió “ceguera emocional”, pensé como muchas parejas haber encontrado a la persona indicada me gustaba escuchar a todos a nuestro alrededor comentarios tipo: “son perfectos el uno con el otro”, “forman una pareja fantástica”, “parecen muérdagos” al principio como toda relación era maravillosa y piensas que realmente haces lo correcto. La paradoja inherente a nuestros vínculos afectivos es que todos deseamos ser querido pero ¿cuántos amamos realmente? A juicio del psicólogo clínico Walter Riso, “queremos cuando sentimos un vacío y una carencia que creemos que el otro debe llenar con su amor”. En cambio, “amamos cuando experimentamos abundancia y plenitud en nuestro interior, convirtiéndonos en cómplices del bienestar de nuestra pareja”. Mi caso no lo fue, cuando menos lo esperé me vi envuelta en una realidad falsa.
Intentando hacer el rol de ambos para llevar una buena relación y mantener erróneamente a mi familia unida. Entonces me encontraba viajando de mi trabajo con dirección a mi casa feliz porque vería a mis hermosos hijos; pero a su vez había una carga emocional negativa sobre mis hombros el cual me hacía dejar de sonreír en el momento. Y por si fuera poco con el tiempo nuestro cerebro va tejiendo una red neuronal, en la que se archivan todos esos desagradables episodios de violencia psicológica y la relación se ve deteriorada.
En mi caso llegué a pedir permiso a mí misma para poder salir de esa trampa en la que había estado algunos años, y debes entender que la situación no siempre es por ti; pero si yo como madre estoy bien, mis hijos también lo estarían. Es entonces cuando la separación puede convertirse en un proceso alquímico, transformando el amor en odio. Y decidí la separación (divorcio) palabra que se lee tan simple, encierra temores, dudas, decepciones, el que dirá la sociedad, etc. pero también me enseñó a crecer como persona, a reconstruirme emocionalmente, descubrir la dirección que quería darle a mi vida. Eso sí, no fue un camino fácil. En paralelo al conflicto generado por mi divorcio, tengo que hacer frente a la falta de solvencia económica. Todo ello me genera rabia y frustración. Pero lo importante es estar de pie y aunque caigas, volver a levantarse.
Carolina F. Dupont es terapeuta en aprendizaje haciendo uso de gimnasia cerebral, reforzando las habilidades del pensamiento. Facebook: https://www.facebook.com/NeuroKidsCEN
Por: Carolina F. Dupont. (Mexicana)
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