La resiliencia o entereza es la capacidad que tiene una persona de lidiar con situaciones críticas y salir con resultados positivos frente a situaciones adversas.

Pareciera que en ciertos momentos de la vida, se nos derrumba el techo encima, que para nosotras pierde sentido vivir y que para otros ya es el final de nuestra existencia, ya sea por problemas de salud, muerte de un ser querido, problemas económicos, sentimentales y otros no menos importantes.

Tal vez hayamos buscado salidas múltiples de aquel calabozo, sin encontrar ni siquiera una luz diminuta que parezca ser la salida, hasta llegar a pensar que esa situación es única, que nadie sabe ni entiende por lo que estamos pasando y sea el final de todo, hasta decidir rendirnos.

No se escapan esos supuestos amigos que al ver nuestra situación también se rinden y se van porque ya no saben qué hacer para sacarnos de esa condición y ni una llamada, o dejan de tomar las nuestras, hasta Dios se olvida que nos puso aquí en la tierra y se hartó de escuchar nuestras quejas.

No es hasta ese punto que entendemos que necesitamos vivir porque como mujeres, siempre vemos como razón para seguir a alguien que nos ama, nos obliga a mantener el sentido de necesidad de estar vivo, esa persona puede ser hijos, padres o en el extraño caso un/a amigo/a, que está ahí aunque sea para escuchar nuestros lamentos.

Porque a las mujeres nadie nos enseña que estamos primero que la pareja, los hijos, los padres, el trabajo, la casa y si lo hacemos, nos juzgan, enjuician y sentencian al olvido y a la exclusión del grupo de mujeres sumisas.

La resiliencia nace de ese caos, de esa reflexión, de que si ya lo intentamos todo por amor a otros, por soportar, por aguantar, por vivir a la manera de tantos, que cuando los necesitas te dan la espalda, ahí es cuando mandas al diablo todo eso y entiendes que solo eres tú y tú y nadie más que tú.

Pero eso no es todo, porque llegan las noches, cuando intentas dormir, hasta en pesadillas, esa voz sin rostro que te dice que no saldrás de esa, que te culpa, te acusa, te atemoriza para que desistas de esa idea de salir de ese estado, porque y cómo vas a lograrlo…

Tal vez, posiblemente no estudiaste una carrera,  ya tienes hijos, años de no tan joven o que simplemente se te fue el deseo de hacer algo por ti misma, de ser feliz, de crecer, de soñar, de ser libre, de ser mujer.

Esas noches de guerras, sí, porque esas voces no son de otras personas, es el monstruo que se forma dentro de tanto dolor, de aguantar las lágrimas, la tristeza, la impotencia, del miedo a decir lo que piensas, de expresar amor a alguien, de solo ser humillada, es toda esa basura que se acumula en un zafacón, que jamás notamos que esta.

Al día siguiente despiertas como si hubieses peleado contra una multitud, pero con algo diferente en la actitud, algo así como una pequeña llama que se ve, que como has estado tanto tiempo en oscuridad, llama la atención fija en la mente y esa motivación de querer cambiar todo a cualquier precio y si hay que defender esa idea, se olvidara quien sea que lo haga, estarás lista de forma instintiva, para responder asertivamente en tu propia defensa.

Entonces, ese día es el primer y gran día del inicio de tu nueva vida, cuando por fin te das cuenta que las ataduras que te ataban, no eran cadenas reales, que solo estaban en la mente, por los miedos, temores al qué dirán, pero que por fin todo eso sirvió para romper definitivamente con esa pesada carga de toda una vida.

Para ese reinicio, sientes hacer cosas que jamás imaginaste ser capaz de hacer, esas mismas que te dijeron que no serias capaz, imposibles para ti por ser mujer, por ser madre, con limitaciones impuestas socialmente y que ya entendiste claramente que no era cierto, que ahora los limites los pones tú, cuando quieras y desees y no otras personas.

Ser resiliente es luchar contra todas las adversidades y empezar de nuevo, con más fe de que eres capaz de hacerlo una y otra vez y cada vez que sea necesario,  amando esa mujer, sin exigirle más que lo que ella quiera y pueda dar, sin criticarla, entendiéndola, apoyándola y amándola como es,  con sus defectos y virtudes, ¡esa mujer eres tú!

Lic. Josefina Reyes (República Dominicana)

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